viernes, 8 de mayo de 2015

Análisis de las
ELECCIONES PARLAMENTARIAS DE REINO UNIDO 2015


A veces las encuestas aciertan. Pero a veces no. Todas auguraban un empate técnico entre Conservadores y Laboristas en el Westminster. Las últimas incluso preveían una victoria ligera de los Laboristas. Pero finalmente, no solo los Conservadores de Cameron han logrado ganar, sino que lo han hecho con una mayoría absoluta tan inesperada como histórica.

El sistema electoral británico es muy antiguo, pero a la vez es bastante simple. El país se divide en 650 distritos. El candidato más votado en cada uno de los distritos tiene asiento en el Parlamento. Ya está. Así de fácil.

Así pues, ayer se eligieron como cada 5 años los 650 asientos de la Cámara de los Comunes. Estos fueron los resultados finales:



Como vemos hay una gran distorsión entre el porcentaje de votos y el de escaños obtenidos por cada uno de los partidos. Los Conservadores por ejemplo están muy sobrerrepresentados (37% de votos y el 51% de los escaños) al igual que los Nacionalistas Escoceses (5-9).

Por otro lado, los Liberales y el Partido de la Independencia del Reino Unido han sido los más infrarrepresentados sin duda.

Aunque parezca extraño, las voces que piden una reforma de este sistema tan injusto a todas luces, no son tan numerosas. A los británicos no les gustan los cambios, quieren sus millas, sus libras y también su anticuado sistema electoral. Siempre destacaron por su fervor por la tradición, tenga ésta sentido o no.

Y aunque en esta campaña si se ha hablado sobre el tema, han sido otros asuntos los que han centrado el debate. El mayor de todos, la economía. Cameron se ha dedicado a presumir de su reducción del déficit en los últimos 5 años, así como del paro nacional.

Todo cierto, pero con matices. Efectivamente han reducido el déficit, pero ellos dijeron que acabarían con la deuda nacional en la legislatura, y ésta apenas ha sido reducida a la mitad. Y a cambio de esto, los británicos se han visto sometidos a una política de austeridad superior a la de cualquier otro país del norte de Europa (a excepción de Irlanda).

El paro efectivamente está en niveles tan bajos como antes de la crisis. Sin embargo, el trabajo precario ha aumentado exponencialmente. Estudios económicos de las prestigiosas universidades británicas vienen a evidenciar que el poder adquisitivo de los británicos y las familias apenas ha aumentado nada durante la era Cameron.

Pero quizás el éxito de Cameron haya sido justo ésto, conseguir una serie de triunfos pequeñitos en todos los temas. La economía mejora, no mucho, pero mejora. El paro baja, no con buenos empleos, pero baja.

Los nacionalistas escoceses no pueden estar muy enfadados con él, pues les ha permitido celebrar un histórico referendum independentista. Los escoceses británicos tampoco tienen motivos para sentirse traicionados por Londres, ya que dicho referendum les dio la victoria.

Los británicos anti-Europa tienen motivos para votarle, pues les ha prometido un referendum acerca de la permanencia en la UE. Los que son pro Europa, tampoco pueden estar demasiado cabreados, pues el propio Cameron ha pedido el voto en contra en dicho referendum.

En definitiva, parece que la moderación, la austeridad y la tan peligrosa política de solucionar los problemas internos a golpe de referendum, le está funcionando.

Pero algunos analistas que piensan que está rotunda victoria de Cameron, más que por sus méritos, se debe más a los deméritos laboristas. Muchos británicos no han visto en Ed Miliband un auténtico candidato a Primer Ministro. En los debates, como era de esperar, criticaba a Cameron por su austeridad y proponía una hoja de ruta con menores recortes y más sanidad, pero nunca ha sabido transmitir un programa o unos valores. Incluso, en ocasiones ha sido percibido como una persona poco espabilada y no demasiado inteligente.

A pesar de la mayoría absoluta de Cameron, no son pocos los que piensan que un líder laborista más carismático (como Blair) podía haber ganado perfectamente estas elecciones.

Todo lo contrario ha ocurrido con la nueva líder de los Nacionalistas Escoceses, Nicola Sturgeon. La carisma de esta mujer y su manera de conectar con los votantes ha sido tan abrumadora que incluso muchos británicos preguntaban tras los debates por las redes sociales si era posible votar por el Partido Nacionalista Escocés fuera de Escocia.

Y precisamente aquí se ha fraguado la derrota laborista. Escocia ha sido tradicionalmente un bastión del partido, pero en estas últimas elecciones, de los 59 distritos de escocia, los nacionalistas se han llevado 56, y los laboristas solo 1.


Lejos de solucionar y aparcar el problema independentista, el referendum de Escocia no ha hecho sino que avivar el independentismo escocés, y ya empiezan a haber voces que reclaman un segundo referendum, que muchos creen que si se celebrase hoy en día, el Si voltearía al No.

Pero irónicamente, quien ha pagado este error de cálculo de Cameron, han sido los Laboristas. En primer lugar, porque ha destruido su feudo escocés en favor de los nacionalistas. Y en segundo lugar, porque muchos británicos han visto como medida de frenar este auge, votar a los Conservadores, históricamente menos dados a conceder autonomía a los escoceses.

En esta comparativa de las elecciones de 2015 y las de ayer, vemos como el amarillo de los Nacionalistas Escoceses ha conquistado toda Escocia, mientras que los laboristas han sido casi completamente barridos de la región norteña.


 

Los otros grandes afectados de las políticas de Cameron han sido los Liberales. Hasta ayer formaban parte de la coalición con la que gobernaban Reino Unido, pero con esta nueva mayoría absoluta de los tories, los Liberales ahora quedan fuera del gobierno. Su bajada además ha sido considerable en las urnas: un 17% menos de votos.

Cuesta de entender a simple vista porque un partido de la coalición del gobierno puede subir tanto y el otro bajar al mismo tiempo. La razón sin embargo no es muy difícil de comprender, Cameron les ha usado reiteradamente para justificar sus deficiencias gubernamentales, especialmente a la hora de explicar los recortes en la sanidad.

Cabe señalar que el sistema sanitario británico (conocido como NHS) es concebido como un orgullo nacional para gran parte de la población. Durante la legislatura que acaba de terminar, se han cerrado muchos centros hospitalarios, se han bajado el sueldo de muchos médicos y profesionales e incluso se han privatizado una considerable parte de estos servicios en no pocas regiones. Pero Cameron ha tenido escrupuloso cuidado de vincular estas decisiones a políticos de los Liberales.

Como consecuencia de todos éstos resultados, las elecciones se han llevado ya sus primeras 3 víctimas. Ha dimitido Miliband (líder de los Laboristas), Clegg (líder de los Liberales) y Farage (líder de los eurófogos y anti-inmigración UKIP).

Pero a pesar de su gran mayoría absoluta, de su gobierno en solitario (que por cierto, ya ha sido nombrado esta misma tarde) y de haberse llevado por delante a 3 de sus principales rivales políticos, David Cameron no tiene motivos para respirar totalmente tranquilo.

En primer lugar, porque su mayoría absoluta como hemos analizado está cogida con demasiadas pinzas, y es mucho más frágil de lo que puede parecer.

Además, tiene enfrente el problema del pujante nacionalismo escocés, al que Cameron quiso derrotar en las urnas, pero aunque así lo hizo, lo acabó estimulando involuntariamente.

El tema económico no está ni mucho menos resuelto, el pago total de la deuda británica aún se ve lejano y se espera aún más tiempo de austeridad.

Y la incertidumbre económica se hace aún mayor ante una posible salida de la Unión Europea. A Cameron le ha salido bien durante estos 5 años echarle la culpa de los problemas económicos a los europeos y a los inmigrantes en general, pero está por ver como recibiría el mercado británico una salida de la UE. Todas las grandes empresas del país se benefician de los acuerdos comerciales europeos y el espacio Schagen, por lo que un resultado inesperado en el prometido referendum puede ser un durísimo golpe para la bolsa de Londres, y por ende para la economía nacional.


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